El reto de la maternidad



Tenía mucho tiempo queriendo comenzar a escribir sobre mi experiencia como mamá primeriza. Desde mi embarazo, de hecho, hace casi dos años. La verdad es que la maternidad me llegó sin avisar y ha sido un proceso de adaptación leeeeento, ¿te identificas? Por favor, dime que no soy la única a la que le pasa. 

Han pasado 14 meses desde que Jerónimo (mi bebé) nació, y aún hay días en que no me reconozco, pierdo la paciencia y quiero llorar, pero luego me doy cuenta de que NO TENGO OTRA OPCIÓN, o sea, o soy mamá, o soy mamá. Punto. Entonces prefiero cambiar el enfoque y mejor disfrutar el viaje.

Uno de mis principales descubrimientos cuando empecé con estos menesteres, fue que, en definitiva, la maternidad no es como te la pintan. Y no saben cómo maldije por tanto tiempo haberme comprado la idea de que desde el embarazo todo era hermoso, como salido de un cuento de hadas; y después del parto, yo pensaba que iba a oler a flores primaverales y que al primer intento mi bebé se iba a prender de mi bubi perfectamente, sin lastimarme, y que yo estaría radiante y llena de energía. BULLSHIT. Malditas telenovelas, maldito Hollywood y maldita mercadotecnia. 

Seis de los nueve meses del embarazo, no quería saber nada del mundo; los primeros tres meses me tiré a la depresión, abandoné muchos proyectos profesionales, interrumpí  mi vida. Las hormonas me traían loca; no entendía por qué decían que el embarazo es una de las etapas más hermosas que se puede experimentar. Pensaba que de dónde carajos sacaban eso; no tenía ánimos de salir de la cama, ni de ver a nadie, ni de hablar con nadie, ni de escuchar a nadie. Quería dormir y nada más.

Después del parto, mi bebé tuvo que ser trasladado al hospital (nació en casa); o sea que después de un trabajo de parto que empezó a las 2 de la mañana y terminó a las 7 de la noche, todavía me aventé al trajinar hospitalario que terminó a las 5 de la mañana... ¡después de parir! Terminé muerta, desconsolada; pues mi marido y yo tuvimos que regresar a casa sin nuestro bebé, que permaneció internado durante 7 largos días, porque no expulsó todo el líquido de un pulmón. 

En fin, que yo no veía por ningún lado lo romántico, hermoso y rosa del asunto. Más bien pensaba que en qué me había metido. Pero pasan los días y te vas adaptando, poco a poco, pero te adaptas. Y empiezas a entender lo maravilloso de la maternidad.

En mi vida había experimentado eso que llaman amor incondicional. Es más, jamás estuve dispuesta a hacer un sacrificio mínimo por alguien más: no dormir para que la otra persona lo hiciera, por ejemplo. De hecho, creo que toda mi vida estuve muy consentida; siempre estuve acostumbrada a recibir, a no ceder, a no adaptarme a las necesidades de los demás. Y ahora, ¡quién me viera! 



 La maternidad me ha caído pues, como una aleccionadora experiencia. Entiendo que Jerónimo vino a este mundo a enseñarme muchas cosas que tengo que aprender; sé que los hijos son un espejo y, ¡caray!, cómo me ha hecho enfrentarme conmigo misma. Es mi gran Maestro de la paciencia.
El camino es largo; interminable, de hecho. Lo sé. Pero me encanta la persona en la que me estoy convirtiendo y todo lo que sé que aprenderé a lo largo de esta gran aventura. 

Los grupos de apoyo han representado muchísimo para mí. En muchos momentos, sobre todo al principio, me sentí muy sola, en el sentido de que nadie de mi círculo cercano me entendía. Compartir experiencias con mujeres que estaban pasando por lo mismo que yo, me ayudó demasiado a salir adelante y que todo me fuera siendo más leve, más llevadero. Agradezco haber encontrado personas como Tirsa Eager de Tiernos Comienzos, mi partera y la persona más espiritual que conozco; Silka Guerrero de Nacer Libre que, como su apellido lo dice, es una guerrera incansable de la vida y tiene toda mi admiración; el grupo de la Liga de La Leche y mi grupo de Playdate en whatsapp, un grupo de mamás, casi todas primerizas, que compartimos experiencias y en el día a día nos vamos sintiendo acompañadas y comprendidas. 

Decidí, pues, comenzar este blog porque, como muchas mamás, busco la manera, primero, de desahogar mis experiencias y, después, con toda la humildad del mundo, espero poder servir de apoyo y acompañamiento para muchas mujeres que como yo se han sentido perdidas muchas veces en este viaje llamado maternidad y para el que nadie nos ha dado un instructivo. Te agradezco a ti por leerme y te invito a seguirlo haciendo.

¡Bienvenidas!

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