NO SOY UNA SÚPER MAMÁ Y SÍ NECESITO UN APAPACHO

Acabo de cumplir 26 meses siendo mamá y tengo 31 semanas embarazada por segunda vez. Esto quiere decir que conforme van avanzando los días, la pesadez se vuelve mayor en mi cuerpo y también en mi mente.

Anda de moda el término de mamá multitasking, porque sobre todo las mamás de esta nueva generación, nos caracterizamos por ser muy activas. Siento que embono perfecto en este perfil, y esta es la misma razón por la cual hay ocasiones en que siento que colapsaré porque simplemente ya no soporto más ni el cansancio físico, ni el estrés.

No quisiera confundir la expresión multitasking con ser una súper mamá; al menos yo, me siento muy lejos de serlo (una súper mamá) y considero peligroso definirnos así porque esto implica echarnos mucha responsabilidad y cargar con le encomienda de que no podemos fallar.

Ahora que soy mamá, por supuesto que veo muchas cosas desde una perspectiva distinta; y algo que me llama la atención es ver cómo el 90% de las actividades que realizamos las madres, se dan por hecho: o sea, como que no existe un momento de reflexión en donde la gente diga “es mucho lo que haces”. Si yo platico mi agenda del día con alguien (sobre todo si no tiene hijos): “me levanto temprano, alisto al niño, lo llevo al colegio, veo un par de clientes, hago home office, recojo al niño, hago la comida, juego con el niño, me pongo a limpiar la casa, sigo jugando con el niño, lo baño, le doy de cenar…” Generalmente la respuesta es algo así como: ah, ok. Sin asombro alguno. Y con esto no quiero decir que deben aplaudirme cada vez que les cuento las mil actividades que hago diariamente, ni tampoco pretendo colgarme medalla de mártir. Pero la verdad es que hay veces que sí he buscado un apoyo moral, una expresión como “Wow, ¿todo eso haces?” Acepto que hay ocasiones en que volteo al mundo y quiero gritar “¡Miren todo lo que hice el día de hoy!”, pero sólo hay eco.

Me da mucho la sensación de que en nuestra sociedad, se percibe a las madres como mujeres que hacemos de todo, pero que esa es nuestra tarea una vez que nos convertimos en mamás. Es como cuando en la chamba, haces un muy buen trabajo y tu superior y colegas, pudiendo felicitarte, solo te dicen: pues es lo que te toca hacer, por eso te pagan. Se nos olvida que, como cualquier otro ser humano, el reconocimiento es un factor importantísimo para sentirnos valoradas y que todo eso que hacemos, efectivamente es demasiado y aunque lo hagamos con mucho amor, a veces quisiéramos tirar la toalla porque simplemente, ya no soportamos más.

Sostengo que somos mujeres antes que madres, e insisto en que como tales, es necesario tener satisfechas otras necesidades para lograr cumplir con el rol de mamás de la mejor manera posible. Me reconozco vulnerable, muy sensible, y admito que sí, necesito de vez en vez escuchar de otra persona que lo estoy haciendo bien y que necesito un descanso porque es mucho lo que hago durante el día. Todos los seres humanos tenemos necesidad de reconocimiento, ¿por qué no habría de suceder lo mismo con las mamás?