LO QUE REALMENTE QUIERO ESTE DÍA DE LAS MADRES
Recuerdo cuando, antes de convertirme en madre, cada 10 de mayo me volvía loca buscando el regalo perfecto para mi mamá. Nunca le atiné. Fiestas sorpresas, llevarla a cenar o a comer, regalarle chocolates, flores, electrodomésticos (¿en qué estaba pensando al regalarle electrodomésticos?). A todo siempre dijo “gracias” con una mueca que asomaba su decepción por el regalo cliché e inservible que acababa de recibir, ¡y claro que no la culpo!
Ahora que soy mamá, entiendo a mi madre. Mis hijos aún son muy peques para tener conciencia de la fecha y regalarme algo por iniciativa propia; pero mi marido y yo sí tenemos la costumbre de hacernos algo especial estas fechas (día de la madre y día del padre) y nos hemos dejado clarísimo las cosas que no queremos recibir.
Dicen que al regalar algo, lo que importa es la buena intención al hacerlo, pero creo que se cumple el cometido cuando a la otras persona realmente le gustó lo que le regalamos. Entonces, ¿por qué no pensar en algo que mamá verdaderamente va a disfrutar?
A mí, por ejemplo, me encantará recibir como regalo unas 3 horas sólo para mí (son 3 horas porque estoy amamantando, si no, serían más); quiero que mi marido se lleve a los críos y no me mande mensajes ni me haga llamadas durante ese tiempo. Quiero silencio, nada de quejas, gritos, llantos o juguetes ruidosos tirados en medio de la sala. No quiero un perfume, ni que me lleve a comer si voy a estar preocupada porque los niños no se caigan de los jueguitos del restaurante. Quiero, por un momento, poner la música que a mí me gusta y reproducir mi playlist sin interrupciones y hasta que se acabe. Y volverlo a repetir.
Quiero, también, poder aventarme un capítulo completo de mis series favoritas sin estar pausándolo cada dos minutos; o elegir una película sin importar que dure más de dos horas. Me quiero meter a bañar por 30 minutos (aunque desperdicie mucha agua, perdón), sin que nadie me esté tocando la puerta preguntándome a qué hora termino; poner un incienso y música zen que me relaje.
Quiero poder leer mi libro (rayado, por cierto), al menos unas 10 páginas continuas, sin perder el hilo de lo que leo porque alguien me interrumpió. Quiero chismear en mis redes sociales a gusto, sin que un pequeño humanito me pida mi cel para ver caricaturas. Quiero acostarme en mi cama a pata suelta, a simplemente ver el techo y descansar mi espalda y mi cadera, que no descansan en las noches por estar amamantando y practicando colecho.
¡Quiero dormir! Dormir como cualquier persona normal, que se me salga la baba y roncar, signos de que entré en un sueño profundo. Dormir sin despertar acelerada y asustada con el primer ruidito que escucho, pensando que algo pasa con alguno de mis hijos. Quiero dormir como lo hace mi marido (¿lo dije o lo pensé?).
Quiero aprovechar el pretexto del 10 de mayo para recibir un momento para mí. Como antes de ser mamá y daba todas estas cosas (que ahora considero un lujo) por hecho. No pido mucho, solo lo necesario para poder seguir funcionando en el día a día sin perder la cordura.
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