¡ME SIENTA BIEN LA MATERNIDAD! MIS TRES AÑOS SIENDO MAMÁ


No puedo creer que estoy a nada de cumplir 3 años siendo mamá. Durante este tiempo han pasado tantísimas cosas que me han reconfigurado; estoy irreconocible en muchos sentidos, y me encanta.

Para ser honesta, jamás me hubiera imaginado que la maternidad me ayudaría a transformarme tanto. Nunca fui una mujer que pensara con ilusión en tener hijos, de hecho, antes de saber que estaba embarazada, nunca me visualicé como mamá, pensaba que eso de tener hijos estaba padre para otras personas, pero no para mí.

Pensaba que tener hijos me iba a estancar, me iba a impedir realizarme profesionalmente y me iba a amargar la vida. Qué estorbo y qué lata, pensaba. Si veía un niño en la calle, no me inspiraba en absoluto sonreírle y sí, también debo confesar que era de esas personas que ponían cara de ash cuando veía que alguien llegaba con niños a algún lugar. En mi mundo no había cabida para los niños. Punto.

Me da mucho gusto haber cambiado de perspectiva, y esto en definitiva, se lo debo a mis dos hijos, mis dos amores. Son tantas las cosas que me han enseñado (Leer Las 12 cosas que aprendí este año siendo mamá), que no me va a alcanzar la vida para agradecerles. Sin duda, me estoy convirtiendo en un mejor ser humano, siento como que tuve un despertar de consciencia y me fascina ver y sentir mi metamorfosis.

No ha sido sencillo, tuve una depresión fuerte y que duró mucho tiempo, pero el necesario para sentir que ya no podía ir más abajo y que entonces la única opción era avanzar, y avancé. Me frustré muchísimo, me enojé, el drama era mi bandera y la victimización, no se diga.

Culpé a mis hijos por cosas que nada tenían que ver con ellos, también culpé a mis papás y hasta a mi pareja le tocó; y en mi mente no había espacio para nada más que “lo malo que me está yendo ahora que soy mamá”; sentía como que todo el mundo a mi alrededor avanzaba y yo no, yo estaba atorada “teniendo” que cuidar de mis hijos mientras mi marido tenía el gran privilegio de salir de casa a trabajar.

Distorsioné mi realidad lo suficiente como para tocar fondo y de ahí agarrar impulso para tomar la fuertísima decisión de hacerme responsable de mi vida y dejar de echar culpa a los demás por lo desdichada que me sentía. Eso, darme cuenta y entender que nadie en este mundo es responsable de mi felicidad más que yo, fue una bomba que al principio no quise tomar en mis manos, porque implicaba mucho compromiso y yo estaba en una zona de confort padrísima (pero que me estaba destruyendo).

Agradezco tanto mis ganas de tener una vida en plenitud, porque gracias a eso, al apoyo incondicional de mi pareja y a la exigencia diaria de mis hijos, tuve la fuerza de voluntad necesaria para tomar esas riendas y convertirme por fin en una mujer adulta, ubicarme en mi presente de mujer y mamá. Estoy en ese proceso y acepto que todavía hay ocasiones en que pienso “ay, estaba más padre echarle la culpa a los demás”, jaja, pero ya no caigo en la tentación.

Estos tres años han sido los más intensos de mi vida, me siento revolucionada, me siento renovada. Me gusta muchísimo la Karla en la que me estoy convirtiendo, estoy muy feliz de haber aprendido a disfrutar mi maternidad, de jugar con mis hijos, de reírme con ellos y sobre todo, de haberme reconciliado con mi niña interior.

La depresión es algo real, y muchas veces sentí que “no era nada”, que “iba a pasar”; pero lo mejor que pude hacer fue atenderme con una profesional, y ha sido tan liberador que no puedo guardarlo solo para mí. Si tú sientes que necesitas ayuda, búscala de inmediato, no minimices tus estados de ánimo y no hagas caso si la gente a tu alrededor te dice que es normal. Tomar terapia es esperanzador, te lo aseguro. Si vives en Torreón y necesitas ayuda, escríbeme y te paso los datos de mi terapeuta, con todo mi amor y solidaridad.


Ah, y por cierto, ¡felices 3 años a mí!

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