Una vez más: mi batalla con el destete nocturno


Una de las etapas más pesadas de mi maternidad fue cuando, con Jerónimo, mi primer hijo, comencé el destete nocturno. Fue difícil tomar la decisión, pero ya estaba muy agotada porque no dormía; Jerónimo quería pasar toda la noche pegado al pecho. Al final, después de un par de intentos fallidos –porque yo no toleraba escucharlo llorar y desistía-, por fin lo conseguimos. Empecé a descansar por las noches y se me fue quitando lo histérica (en mi post Cuando estás cansada de estar cansada, te platico mi experiencia con el destete de Jerónimo).

Ahora, con Adriano, mi segundo hijo, se vuelve a repetir la historia de no dormir prácticamente toda la noche, y aunque conozco perfectamente el paso a seguir, todavía no me animo a llevarlo a cabo. Me encuentro, una vez más, ante la gran disyuntiva de decidir si ya no alimento a mi hijo por las noches y esto me genera culpa y nostalgia, pero al mismo tiempo ya estoy muy agotada. ¿Quién me entiende? ¿Quién nos entiende, mamás?

Me siento terrible, a pesar de que ya pasé por esta experiencia una vez. Pero es que no porque sea el segundo hijo (o el tercero o el cuarto), es más fácil. Al menos no para mí y muchas de ustedes que seguro se sienten identificadas. Incluso, creo que ahora me está costando más trabajo porque ya sé cómo es y que me va a doler poquito sentir que le estoy quitando a mi hijo algo que él todavía quiere seguir obteniendo de mí.

Esta experiencia me hace morderme la lengua como veinte veces, porque yo ya me sentía muy fregona y antes decía “lo bueno es que con el segundo, ya todo es más fácil; además, ya voy a saber qué hacer porque ya tuve la experiencia del primero” … ¿en qué carajos estaba pensando cuando dije eso? De veras, qué ingenua. Merezco una cachetada, jaja.

En fin, así es la maternidad: un constante aprender. Me enfrento a este reto por segunda vez y me duele igual que la primera. Me duele, pero también acepto que mi calidad de vida en este momento no es la adecuada para funcionar como una persona normal. Tengo sueño todo el tiempo y a las 7 de la tarde no quiero hacer otra cosa más que dormir (mal dormir).

A la hora de estar con mis hijos, no estoy con la mejor disposición y, bueno, eso no es sano ni divertido para ellos. Mis hijos me necesitan lúcida, descansada y de buen humor. Así que, aunque sienta feito y sepa que voy a sufrir algunas noches por escuchar llorar sin descanso a mi pequeño comelón nocturno, sé que éste es el momento indicado para empezar el destete.


¡Que la fuerza me acompañe!

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