Mi autoimagen ahora que soy mamá
Mi maternidad representó una lucha muy fuerte al inicio; para
mí fue abrumador experimentar tantos cambios al mismo tiempo y de una manera
tan intensa. De verdad, hubo muchas ocasiones (y todavía las hay, aunque cada
vez menos) en que sentía que me estaba volviendo loca.
Si me has leído antes, seguro ya sabes más o menos cómo ha
sido mi proceso en este maravilloso y retador viaje siendo madre; me deprimí,
mi cuerpo cambió, dejé de trabajar fuera de casa, me sentía muy inútil, triste,
alejada de la sociedad, estaba peleadísima con mi rol de mamá, ¡no me hallaba!
Viví frustrada y desesperada, creyendo que lo que experimentaba en esa etapa,
sería para toda la vida.
Me da mucho gusto haberme dado cuenta de que todo lo que me
pasó es normal, y ojo, que no porque sea normal significa que no es importante;
pero una vez que tienes la oportunidad de, de veras entender por qué te sientes
de alguna manera, ¡uf!, te liberas y andas más ligera de las mil culpas que de
por sí siempre traemos cargando las mujeres.
Después de mucho trabajo personal (en el cual continúo),
logré reconciliarme con mi maternidad y de ahí detonaron muchos cambios
positivos en mi vida. Cada vez me siento más plena y feliz, gracias a las
herramientas que me han ayudado en este proceso. Y esto me ha llevado a
reflexionar varias veces sobre lo solas que podemos llegar a sentirnos muchas
madres que, a pesar de tener el apoyo de nuestra familia, seguimos sintiendo
que algo no anda bien.
Para mí ha sido un gran regalo haberme atrevido a tomar
terapia psicológica, puedo decir que es en gran porcentaje, lo que me ha
ayudado a sentirme cada vez más fuerte y más responsable de mi vida. Creo que
todas las mamás (y todo el mundo) deberíamos recibir este tipo de apoyo,
sentirnos merecedoras de él y dejar de pensar que es algo nada más para la
gente “que tiene problemas”.
Tomar terapia es una gran oportunidad para conocernos y
reconocernos, para entendernos, para saber por qué somos de cierta manera, y
aprender a amarnos y valorarnos como somos. Tomar terapia es una invitación
también a que desde nuestra trinchera, nos convirtamos en mujeres responsables
de nuestra propia felicidad y con mucha gentileza, aprender a dejar de culpar a
los demás por lo que nos sucede.
Si tú eres una mamá que en esta etapa de tu vida te sientes
un poco triste o deprimida, te invito, de todo corazón, a buscar ayuda
profesional, ¡no tiene nada de malo! Te aseguro que te convertirás en una mejor
versión de ti misma. También puedes acudir a grupos de apoyo, de mamás que
compartan sus experiencias y hagan comunidad. No estás sola, aunque sientas que
lo estás; siempre hay una manera de salir adelante. Decídelo, por amor a ti.
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