5 Consejos para reconciliarte con tu maternidad sin morir en el intento
Escribo esto porque me hubiera encantado toparme con algo
así cuando estuve deprimida por haberme convertido en madre. Creo que las
luchas y renuncias de las madres son muchas todos los días y la verdad es que
entiendo perfecto que a pesar de que amemos a nuestros hijos con todo nuestro
ser y demos la vida por ellos, podemos tener días muy malos, en los que
quisiéramos olvidarnos de todo lo que implique ser mamá y dedicarnos a otras
cosas.
Si me sigues desde hace rato, sabes por la depresión que
atravesé y de la que empecé a salir poco a poco a partir de los últimos meses del
año pasado, gracias a mi trabajo en terapia y a mi voluntad por cambiar mi
realidad. No fue nada sencillo y me implicó hacer muchos nuevos compromisos,
entre ellos, tomar la decisión de responsabilizarme de mi vida (porque andaba
navegando con bandera de víctima en todos lados) y sobre todo, de demostrarme
mucho pero mucho amor propio: dejarme a mí como prioridad.
También te puede interesar: A veces siento que mi cuerpo no me pertenece.
Hoy, que he aprendido a ver mi maternidad con nuevos ojos,
hoy que he entendido que los malos días seguirán existiendo, pero que mi forma
de enfrentarlos es lo que marcará la diferencia entre si me noquean o no, es
que decido compartir contigo, con mucha humildad y amor, algunos consejos que a
mí me sirvieron para empezar a ver la luz. Espero de corazón que te sirvan.
Más que tomar la decisión, hacerlo.
Me di cuenta de que por mucho tiempo estuve decidida a
buscar ayuda o salir de mi aletargamiento, pero realmente no estaba haciendo
nada por superarlo. Pude observar que me sentía cómoda, solamente quejándome de
lo desgraciada que era mi vida pero no tenía la suficiente voluntad para salir
de donde estaba.
Más que decidir hacer, hazlo. No esperes a que sea el
momento oportuno, porque nunca va a llegar. Las oportunidades debemos crearlas
nosotras. Créeme que en el momento que lo hagas, te vas a sorprender de la
cantidad de mujeres que encontrarás en tu misma situación, creyendo que eran
las únicas.
Maternar en tribu es un maravilloso regalo, pero hay que
buscar a tu grupo.
Buscar un grupo de apoyo.
Algo que me ayudó muchísimo a no sentirme sola y sobre todo
a no sentir que era una nueva mamá que había perdido la cordura, fue buscar y
encontrar un grupo de apoyo. Empecé asistiendo a sesiones de La Liga de la
Leche, déjame confesarte que no necesariamente para recibir asesoría en
lactancia, sino para sentirme acompañada de otras mujeres que en ese momento
hablaran mi mismo idioma.
Después de eso, hice un esfuerzo por, a través de mi fanpage, convocar a reuniones de Co-Madres Good Vibes, junto con mi gran amiga
educadora perinatal Silka Guerrero.
Abrimos este grupo quincenal y obviamente
baby friendly con la intención de funcionar como un espacio para mamás que
necesitáramos momentos de catarsis, de llorar, de compartir nuestras
frustraciones y encontrar respuestas de apoyo y no de reproches.
No importa dónde vivas, busca un grupo de apoyo, búscalo hasta
el cansancio.
Tomar terapia.
De todas las acciones que he tomado en pos de mejorar como
ser humano, la que más regalos bonitos me hadado, es tomar terapia. Estoy por
cumplir tres años haciéndolo y puedo decir sin duda que ha marcado un antes y
un después en mi vida.
Tomar terapia te ayuda a conocerte mejor, a entender por qué
tomas ciertas decisiones y comprender por qué repetimos patrones. Tomar terapia
me ayudó a recuperar mi amor propio, a redescubrirme como persona, como mujer,
como esposa, como madre. Me permitió redefinir mi maternidad, a mi manera, como
yo la quería ver y no cómo me habían dicho que tenía que ser.
Tomar terapia me ayudó, por supuesto, a reconciliarme
conmigo misma, a reconciliarme con mi niña interior y a reconciliarme con mi
maternidad.
Si vives en Torreón y estás buscando terapeuta, no dudes en
pedirme referencias. Date ese maravilloso regalo. Lo mereces.
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Ponerme como prioridad, sin culpa.
Las mujeres cargamos con un costal de culpas desde siempre,
a eso agrégale cuando te conviertes en madre y todo mundo se mete a opinar cómo
deberías asumir este rol. Es una locura. El problema es cuando, como fue mi
caso, no tenemos la autoestima suficiente para no permitir que nos afecte lo
que opinen los demás.
Ponerme a mí como prioridad es una de las cosas que más
trabajo me ha costado, pero estoy en ese camino, porque entendí que, si yo no
estoy bien, mis hijos tampoco lo estarán. ¿Cómo puedo enseñarles amor propio a
mis hijos si yo misma no me lo demuestro? La abnegación de madre que aprendí de
las películas de Pedro Infante, es muy peligrosa, porque tiene como principal indicación
dejarte a ti en último lugar porque “primero están tus hijos”. Qué gran error.
Ponerme como prioridad me ha permitido enseñarles a mis
hijos con el ejemplo, que amarse a sí mismo es una tarea diaria. Ahora me ven
más feliz, más fluida y mucho más presente con ellos.
Ser gentil conmigo misma.
Está relacionada con la anterior. Yo me di cuenta de que me
culpaba por todo, era muy dura conmigo misma. El tiempo que “no trabajé” y me
dediqué enteramente al cuidado de mi primer hijo, me sentí muy mediocre y con
mi vida profesional estancada: era una fracasada. Cuando comencé a trabajar
fuera de casa, no podía con la culpa de dejar a mi hijo en guardería y pasar
poco tiempo con él: me sentía la peor de las mamás.
No era nada gentil conmigo, no me permitía equivocarme;
sentía que tenía que ser perfecta y cumplir las expectativas que los demás
tenían sobre mí. Me descalifiqué y me humillé a mí misma. Bien dicen por ahí
que nuestros peores jueces somos nosotros mismos.
Al recuperar mi autoestima, aprendí a ser paciente conmigo,
a amarme como soy y no como “tenía que ser”. Amo lo que soy y me permito
cometer errores.
También te puede interesar: Una gran lección aprendida.
Todo lo que te acabo de escribir es posible, te lo prometo.
No te voy a mentir, cuesta mucho trabajo, duele y en muchas ocasiones es
frustrante y vas incluso a querer tirar la toalla. Es más, la vas a tirar. Pero
quiero decirte, con todo el amor, que sí, aunque parezca que no, todo pasa, y
como decía el gran Facundo Cabral, “en una eternidad siempre se puede empezar
de nuevo”.
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